miércoles, 23 de enero de 2013

Los zapes y la educación

¿Por qué la educación contempla la amable e intencionada acción de zapear?

Al parecer, como profesor, nada me resulta más saludable que ponerme en el lugar de un alumno y recordar cómo le hice para lograr aprendizajes significativos que me orillaran a actuar (ser, hacer, saber, convivir, ...) de forma diferente. Después de un año y medio trabajando como profesor, me atrevo a decir que el truco está en saber dar zapes.

Durante toda la carrera batallé con el concepto de educación de la voluntad.... No porque no creyera en él o lo considerara innecesario, sino todo lo contrario. Pero... por más conocimientos y estrategias didácticas que domine, si un alumno se rehúsa a estudiar/aprender... ¿cómo demonios le puedo hacer para que me crea y dirija sus acciones hacia lo que yo le digo que es mejor para él? Hoy me atrevo a afirmar que la respuesta está en los zapes, estos deliciosos momentos que combinan la motivación con nuestra capacidad de análisis, reflexión y crítica para saber qué nos sienta bien y qué no. Un zape no es más que el acercamiento a una verdad pura, palpable, necesaria y pertinente a nuestra situación en un contexto determinado. Aún así pienso que el zape por sí solo no basta. Si no somos honestos con nosotros mismos, o no tenemos la capacidad de visualizarnos y justificar esa posición que nos sienta mejor, el zape puede quedarse en ese doloroso recuerdo de algo maravilloso... "el hubiera"...

IMPORTANTE: La "Teoría del zape" es una magnífica aportación hecha por Andres Aguilar, fundador de Risaterapia A.C.). Él mismo define al zape como: "un amable recordatorio que se aplica con la parte suave de la mano sobre la región occipital del cráneo" (Dr. Romanok, 2011) ¡Jajaja! Si aún no lo entienden, les comparto este video de una conferencia del Dr.Romanok, en la que explica su teoría del zape...


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